Sentado en uno de los bancos del parque estaba un tímido joven, mirando al cielo mientras reflexionaba. En una noche cualquiera había estimado buena idea ir solo a los pubs de la zona, tratando de conocer a alguien cercano a su nueva residencia en la ciudad, pero su propia inseguridad le había hecho abandonar el sitio tan rápido como entró. Se trataba de un macho equino de unos dieciocho años de pelaje pardo y crin verdosa con mecha roja, vestido con unos vaqueros y una chaqueta blanca. “Muy buena, ni siquiera puedes hablarle a la gente” esta y otras frases similares pasaban por su cabeza mientras que, al mismo tiempo, lágrimas empezaban a formase en sus ojos. Tan absorto estaba en sus pensamientos que no se dió cuenta que un ave, de plumaje verde que se tornaba celeste e índigo en sus alas, había tomado asiento a su lado. -Hola, ¿estás bien?- preguntó finalmente el extraño, sobresaltándolo. -S-sí, lo estoy -Si tú lo dices... Hubo un pequeño silencio, el equino trataba de mantener su compostura mientras que el ave lo observaba, no muy convencido por su respuesta. El extraño parecía joven, aunque se atrevía a decir que era mayor que él. Fue el ave quién se atrevió a hablar primero. -En fin, ¿cómo te llamas? Yo soy Parabirdsseaux -Native Soul, aunque me suelen decir Nas. ¿Quieres algo o solo has venido a molestar? -Venga tío, no me mientas que se ve a leguas. Solo a mitad de la noche y con los ojos llorosos. ¿Seguro que estás bien? -¿Y por qué iba a decírtelo?- “¿Qué hacía que el ave creyera que iba a hablarle de sus problemas a un desconocido?” pensó Lágrimas empezaron a deslizarse por las mejillas de Nas. Trató de conservar algo de dignidad tapándose la cara. Ciertamente estaba desesperado, hacía mucho que se sentía solo y no conocía a nadie en la ciudad. Nunca había sido un muchacho muy sociable, prefiriendo la tranquilidad de su casa a la vida urbana, y con el tiempo se fue aislando de los demás. Cuando se dió cuenta, había perdido gran parte de su adolescencia. Entonces notó unos brazos rodeándole. Su plumaje era suave al tacto y olía a perfume barato, pero estos detalles no le importaba mucho a Nas. Pasaron unos minutos hasta que el equino recobró su decoro. -Gracias Par, ¿te puedo llamar Par? -Por supuesto.- El ave pausó, midiendo sus palabras- Mira, no pasa si no quieres contármelo pero en algún momento lo vas a tener que soltar. Nas asintió. Seguía sin confiar mucho en él, pero sabía que tenía razón. Sin embargo, aunque sabía cual era el problema, no sabía explicarlo. -Oye, ¿qué te parece si vamos a algún sitio más alegre? ---------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------- Un par de horas más tarde estaba de vuelta en casa, Par le había hecho un breve tour por los pubs de la zona y le presentó a sus amigos que iba encontrando, acabando en un local de billar que había cerca. -No está mal el piso- comentó el ave, que había insistido en acompañarlo. -Para lo que te encuentras en el centro está bastante bien. El piso consistía de un gran salón; amueblado con una estantería, un gran sofá, una mesita y un televisor de pared; que se integraba a la cocina. El pequeño baño se encontraba junto a la entrada mientras que los dos pequeños dormitorios se encontraban al fondo del apartamento. La estancia estaba muy vacía, la mayoría de las blancas paredes estaban completamente libres y sólo se podían divisar unos pocos posters y alguna que otra baratija decorando la mesita del salón y las estanterías. Ambos habían estado bebiendo durante la noche. Nas, que no había tenido mucha experiencia con el alcohol, apenas podía mantenerse en pie mientras que Par sólo se tambaleaba ligeramente. El equino se dejó caer en el sofá. -Par, sé sincero. ¿Por qué me hablaste? -¿No puedo ayudar a un desconocido sin más? -Va en serio. Nas miraba fijamente al pájaro mientras este se sentaba a su lado, tomando un momento para pensar bien sus palabras. Cabizbajo y mirando al vacío, como si se debatiera si hablar sería buena idea. -Hace ya medio año vine aquí en busca de trabajo. Sabía tocar el piano y me jugué el todo a la música, creía que sería fácil. El primer mes me lo pasé tocando en la calle porque no sabía por donde empezar y no tenía otra cosa que hacer. Recuerdo que un par de niñatos cogieron el teclado que tenía y lo partieron delante mía. Estuve al menos una hora en el parque pensando si era mejor abandonar. Cuando te ví, me dije a mí mismo: “No voy a dejar que este sufra solo, aunque no pueda ayudarle”. -Pues a mí me has ayudado mucho. La habitación se quedó en silencio. Pasados unos momentos, Nas fue a abrazar al ave. Esta vez pudo oír el latir del corazón del pájaro a la vez que notaba el suave movimiento de su pecho al respirar. ¿Lo notaría él también?Ambos permanecieron así unos minutos. -¿Te importa? Me está dando sed. -Por supuesto. Los vasos están al lado del frigo. El equino dejó que Par se levantara, dirigiéndose este a la cocina. Aún bajo los efectos del alcohol sus movimientos parecían precisos y meticulosos. -Entonces,¿vives solo o hay alguien más? Un amigo, una pareja... -Solo yo, mis amigos se quedaron en el pueblo... y nunca he tenido pareja- Nas se hundió poco a poco en el sofá. -Bueno, ya encontrarás a alguien. El ave volvió al sofá, dejando en la mesita dos vasos con agua. -Puedes quedarte esta noche si quieres. -¿Estás seguro de eso? -Sí. El equino sentía un extraño calor en sus mejillas, ¿sería el alcohol? Tímidamente se fue acercando a Par, sonrojándose cada vez más. ¿Era su cuerpo así de cálido antes? Quizás podría comprobarlo si... De repente la cara de Nas fue rociada con agua. -¿A qué ha venido eso?- Protestó el equino. -Tío, estás borracho.- El ave dejó el vaso vacío en la mesita. -Qué va, si estoy bien.- Intentó levantarse, pero inmediatamente se tropezó teniendo que intervenir Par para evitar que se cayera.- Quizás tengas razón. -Será mejor que vayas a dormir. Usando al ave como apoyo, Nas fue hacia su dormitorio y se dejó caer en la cama tan pronto como pudo, quedando dormido rápidamente. ------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------ Despertó con un horrible dolor de cabeza ¿Qué había hecho ayer? El equino fue a la cocina en busca de algo para calmar la molestia. En la encimera encontró una nota escrita a mano. "Gracias por dejarme pasar la noche aquí, espero que te lo pasaras tan bien como yo. Respecto a la “oferta” de anoche, me la pensaré pero no debe haber alcohol de por medio. Te dejo mi número en el otro lado por si quieres quedar algún día. Parabirdsseaux P.S: Bebe mucha agua."